miércoles, 10 de junio de 2009

El Comienzo

Nos conocimos de una manera casual pero, desde un primer momento, surgió una comunicación fluida entre ambos. No tardamos mucho tiempo en intercambiarnos los mails y nuestros teléfonos. Hablábamos habitualmente, largas conversaciones que, en ocasiones, resultaban caóticas.

Enseguida empezamos a hacernos confidencias, confidencias muy personales y que, en algunos casos, no sabía nadie más o que muy poquita gente conocía.

Su, por entonces, pareja sentía unos celos enormes hacia mi (según me comentaba él), ella revisó mi blog (si, porque tengo otro blog… un blog que he dado a conocer) buscando, interpretando, analizando… supongo que queriendo justificar esos celos infundados.

Cuando yo comentaba en el blog de él medía mucho mis palabras, para que ella no pudiera pensar que pasaba algo que no pasaba realmente.

Con la primera ruptura, que yo les conocí, él me empezó a contar cosas mucho más personales. Me confesó que había tenido una relación gay porque quería sentir como se siente una mujer. Que en su cabeza le rondaba la idea de ser una mujer y que quería ir a un especialista que le explicará lo que le estaba pasando.

En poco tiempo, volvieron a estar juntos, la pareja se volvió a unir… no recuerdo cuanto duró, sólo recuerdo que un día me escribió un mail en el que me decía que le había dicho a su pareja que se sentía mujer y que quería ser mujer… así que la ruptura volvió.

Un día surgió la posibilidad de comer juntos y conocernos. Por mi cabeza rondaba lo inconsciente que había sido en quedar así y mi temor a averiguar que venía con otras intenciones distintas a las de sólo conocernos, comer y echar unas risas. En los primeros momentos fui esquiva con la mirada (ya que tiendo a mirar directamente a los ojos y, en ocasiones, se ha malinterpretado la intención de mi mirada) pero conforme fue pasando el rato, y me dí cuenta de que la intención de esa comida era realmente la que habíamos dicho, me relaje y me empecé a comportar como soy.

Estuvimos todo el día juntos, comimos, nos fuimos de cañas, cenamos… y el tiempo se paso en un suspiro.

Yo analice su comportamiento, para mí no había duda de que había compartido ese día con un tío.

Al poco tiempo ya me dijo que estaba convencido, que se iba a poner en manos de especialistas que le confirmaran si era una transexual o sí simplemente, lo suyo era vicio.

En la red eliminó todo su rastro masculino y se creo una nueva imagen como mujer, en la que volcar como se sentía.

Durante un tiempo perdimos el contacto, dejo de actualizar ese nuevo blog, no nos llamábamos (aunque yo le tenía en la cabeza muchas veces)

Un día, por sorpresa, recibí una llamada suya… estuvimos hablando como si nos acabáramos de despedir hacía media hora… la comunicación, realmente, no se había cortado.

Teníamos ganas de volvernos a ver, de ponernos al día y yo tenía ganas de que me contara como le iba siendo “ella”.

Me invitó un día a comer con unos amigos suyos, que desconocían por lo que estaba pasando. Así que yo, ni corta ni perezosa, me pille los bártulos y me fue para allí, aún sabiendo que, en su casa, sólo había una cama pero yo estaba relajada…. dormiría con una amiga (como he hecho otras veces)

Comimos y luego nos retiramos, a su casa, para descansar un rato, antes de salir por la noche, y poder hablar más íntimamente. Nos liamos a hablar, a echar tragos, pasamos de salir, para seguir hablando y echando tragos hasta que casi se hizo de día y fuimos a dormir.

Ya en la cama, seguimos hablando y riéndonos hasta que él me beso. Todas mis alarmas saltaron, lo paré, le dije que no siguiera que eso era producto del alcohol y que al día siguiente nos arrepentiríamos de ello.

A la mañana siguiente, él volvió a insistir… me decía que estaba seguro, que no era producto del alcohol, que realmente le apetecía y lo quería y… si… hicimos el amor.

Durante el camino de regreso no pude evitar el pensar si yo, con mi comportamiento, le había provocado, de si hice alguna cosa que no debería haber hecho, que esos sentimientos que tenía hacia él (y que había eliminado de mi cabeza hacía tiempo) no podían, no debían, surgir de nuevo.

Los siguientes días le dí un montón de vueltas a la cabeza, no podía dejarme arrastrar hacia esa persona que tenía dudas de si se quería convertir en mujer… me escribió un mail precioso, se volvió a comunicar conmigo con su identidad de hombre… y una gran confusión surgió en mi cabeza… intenté eliminar esta confusión en los brazos de otro pero… no fui capaz de materializarlo.

Unas semanas después vino a mi casa, como devolución de su invitación, mi intención era guardar las distancias, ya lo tenía todo planeado: él dormiría en mi cama y yo en otra. Comimos fuera y ya llegamos tarde a casa… allí es cuando me pidió un abrazo y todo se desató. A pesar de ello, yo, tenía todas mis defensas en alto, él tenía que pasar por la consulta de la psiquiatra hasta que le dijeran si debía comenzar con la hormonación o si sólo necesitaba terapia.

Cuando salió de esa consulta estuvimos hablando. Él estaba eufórico, le habían dicho que era un tío, bisexual pero tío, y que tenía mucha suerte de ser así. Me pidió que cambiara el nombre con el que tenía su teléfono (ya que, hasta ese momento, lo tenía con el nombre de la mujer que quería ser). Se abrió otro blog con su identidad masculina, comenzó a hacer planes de futuro, convivimos durante varios días… todo estupendo y maravillo y, así, fui bajando, poco a poco, mis defensas hasta llegar a eliminar, por completo, de mi cabeza que le había rondado la idea de ser mujer.

Al poco tiempo consiguió trabajo en otra ciudad. Ese día sentí, por mis adentros, que estaba viviendo el principio del fin… que ese trabajo nos iba a separar, no sabía el porque pero lo sentía así.

Al principio fue todo bien, parecía que mis miedos eran infundados, nos veíamos cuando podíamos y hablábamos a diario.

Hasta que un día, durante una de esas conversaciones, me dijo que todo había vuelto a empezar, que volvía a sentir la necesidad de ser mujer, que tenía envidia de las mujeres… para mí fue como un jarro de agua helada por la cabeza.

Una especialista le había dicho que él no era así y que si tenía dudas que acudiera a terapia.

Poco tiempo después, me confesó que le había mentido a la psiquiatra para que le diera ese diagnóstico… un segundo jarro de agua helada me caía por encima.

A los pocos días me dijo que si yo tenía claro que él iba a llegar hasta el final… un nuevo jarro de agua fría… pero lo interpreté como un futuro más bien lejano… como algo que llegaría a pasar con el tiempo… que tendría tiempo para irme adaptando, poco a poco, al cambio.

Dos días más tarde, o, lo que es lo mismo, este lunes, me comunicó que iba a empezar todo el proceso en el mes de septiembre… aquí es cuando mi castillo de naipes se derrumbó por completo… cuando me ví cayendo al vacío en ésta maraña de sentimientos… y este fue el punto de partida de este blog.

No hay comentarios:

Publicar un comentario