martes, 16 de junio de 2009

A Rebeca aún le quedan muchas cosas por decir. Este espacio ya no es el adecuado y por eso no continuará en él.

Rebeca se traslada a un nuevo domicilio:

lunes, 15 de junio de 2009

Capítulo Final

Hoy escribo el último capítulo de este blog, cuando lo cree no pensaba que tendría una vida tan corta pero ya han desaparecido los motivos que justificaban su existencia.

“Exteriorizando para interiorizar o como asumir que tu pareja quiere convertirse en mujer” ya no tiene ningún sentido, la pareja ya no existe, como tal, y ya no es necesario interiorizar o tener que asumir algo.

Podría, simplemente, haber abandonado el blog y dejar que su existencia se fuera difuminando en mi memoria. Podría, perfectamente, no escribir este capitulo final… nadie conoce la existencia de este blog y existen muy pocas posibilidades (por no decir ninguna) de que alguien lo llegue a conocer… pero quiero ponerle su final, quiero dejarlo reflejado para mi tranquilidad y así si, algún día, alguien llega a leerlo que pueda saber cual fue el desenlace.


Viendo que las conversaciones que manteníamos últimamente (por teléfono y por Messenger) nos llevaban a tener tensiones, a malos entendidos, a interpretaciones erróneas; viendo que las pocas veces que nos habíamos visto, desde que me empezó a comentar que le empezaba a pasar otra vez lo mismo, no habíamos tenido el tiempo necesario, ni la tranquilidad suficiente, como para poder tratar el tema como debíamos tratarlo; viendo que yo ya había alcanzado la serenidad suficiente como para poder hablar, poder preguntar y escuchar de la manera adecuada; me decidí a ir a visitarlo, éste fin de semana, para poder hablar tranquilamente, para que pudiéramos completar las conversaciones verbales con las no verbales y, así, poder tener las cosas mucho más claras ambos.

Este fin de semana, hemos compartido muchas horas, hemos hablado mucho (como es típico en nosotros) y de muchos temas (como también es normal en nosotros). En muchos momentos hemos tocado el tema de “como se sentía”, de “que quería hacer”, de “que implicaba para la pareja”. Cada vez que surgía el tema era de una manera espontánea, suave, sin presiones, sin tensiones, simplemente fluía y dejábamos que siguiera su curso.

Me he sorprendido, gratamente, a mi misma. Me he oído, a mi misma, tratando el tema de una forma objetiva, sin permitir que los sentimientos se interpusieran. Me he visto, a mi misma, en unas conversaciones entre amigos, que se aprecian y que quieren lo mejor para el otro. Me he escuchado decir cosas que se supone que, como pareja, no debería haberlas dicho.

Cuando me dijo que cuando hacía el amor, conmigo, le faltaba algo, algo que sólo le podía ofrecer un hombre, lo vi claro, YO jamás se lo iba a poder dar, así que lo mejor era dar por terminada la relación en ese preciso instante.

Aunque, expresado así, pueda parecer la situación fría y distante no fue así. Para mí fue duro pronunciar esas palabras, poner un punto y final, y seguro que, para él, también debió ser duro escucharlo pero no debíamos permitir que la relación agonizara durante semanas y semanas.

Sinceramente duele, duele tener que dejar a una persona que quieres porque no le vas a poder ofrecer lo que necesita. Duele y te enfadas con el mundo, con la genética, con… porque no puedes entender que una relación así se venga al traste por éste motivo.

Cuando yo me enamoro (y las veces que lo he hecho se pueden contar con los dedos de una mano… y sobran muchos dedos) soy capaz de hacer cualquier cosa por esa persona… incluso quitarme de su camino para que él pueda alcanzar su sueño.

Supongo que, de éste fin de semana, me quedo con la imagen de nuestra despedida… los dos abrazados y llorando, como niños pequeños, porque nos teníamos que separar. Los dos abrazados y llorando porque nos queremos pero sabemos que no podemos continuar juntos.

Todas la cosas suceden por algún motivo, algún día descubriremos el motivo de porque el destino quiso unirnos de esa manera y el porque nos lo arrebató todo de golpe.

A pesar de todo lo vivido y de todo lo hablado sigo sin verlo en su papel de “ella” pero va a tener todo mi apoyo y toda mi amistad e incluso, si fuera necesario, algún empujón que le acerque a su objetivo.

Sabes que te quiero mucho ¿verdad?... pues que nunca se te olvide.

viernes, 12 de junio de 2009

¿Podré?

Sé que me debo centrar en el presente, en el día a día, pero es inevitable plantearte como puede ser un futuro.

A pesar de que suelo comentar que tengo mi lado masculino muy desarrollado, tengo muy claro que soy una mujer, que me siento mujer y que quiero continuar siendo mujer. Esa frase la utilizo como una definición de mi forma de ser, no es mi intención tener un roll masculino pero en muchos aspectos mis comportamientos y mis gustos son más afines al mundo masculino. No soy la típica mujer a la que le gusta ir de tiendas, estar al día en la prensa del corazón, tener su casita en perfecto orden de revista y quedar a tomar café para poder criticar a la amiga que ese día no ha podido venir. Pero si me tengo que manchar de grasa, aflojando tornillos, no lo dudaré ni por un segundo, las chapucillas de las casas son todas mías (incluso cuando he tenido pareja), soy perfectamente capaz de llevar un conversación subida de tono sin que eso implique ligoteo… en definitiva, si me dan a elegir que grupo de amistades elegiría (hombres o mujeres), con que grupo de gente me gustaría trabajar (hombres o mujeres) elegiría sin dudarlo, salvo honrosas excepciones, a los hombres. ¿Porqué? Porque los veo más nobles, con menos envidias, con más campos abiertos de conversación (aunque entre estos también existan excepciones).

También suelo comentar que no me moriré sin haber probado a una tía, pero no porque piense que me puedan gustar las mujeres o porque crea que soy bisexual…. Simplemente probar, por saber que se puede sentir. Cuando he tenido pareja siempre he sido fiel por lo que nunca, aunque se me hubiera dado la oportunidad, hubiera echado esa canita al aire. He estado 3 años sin pareja estable, en este periodo hubiera podido probarlo pero tampoco es algo que vaya buscando o que desee encontrar, puede ser que, en algún momento, la oportunidad se me haya ofrecido… no sé, por mi carácter despistado ha podido ser que no me haya dado cuenta.

¿Por qué he contado todo esto? Porque, aunque no lo quiera, no he podido evitar el plantearme el futuro que me pueda esperar (si esta relación sigue adelante)

He estado pensando en si sería capaz de saber llevar que mi pareja pudiera ir vestida como yo, que pidiéramos hora en la misma peluquería, que pudiéramos compartir el rimel… sé que esto no forma parte de un futuro inmediato pero me ha inquietado.

Cuando él me dijo la frase “sabes que al final lo haré” enseguida me vino a la cabeza “¿Cómo me sentiré, yo, viéndolo vestido de mujer?”. Ese mismo día le dije que quería que compartiéramos un fin de semana en el que él adoptara el papel de esa mujer en la que se quería convertir, en ese momento me pareció que, a pesar de que sería una situación extraña para ambos, comprendía que lo quisiera ver así y que lo aceptaba.

En la siguiente conversación que tuvimos, y en la que estuvimos tratando este tema, la reacción fue muy diferente, se enfado bastante y me acusó de estar forzándole. Él piensa que lo quiero ver vestido de mujer (en casa, en la calle, tomando una copa…) para convencerlo que está equivocado, que eso no es lo que quiere pero mi intención es muy distinta.

Yo necesitaba (hablo en pasado porque desde el momento que supe que mi papel era el de simple observadora ya no siento esa necesidad) enfrentarme a esa situación para saber si podría ser capaz de asimilarla. Realmente era una prueba para mí, yo sabía que la situación no sería cómoda ni fácil, para mí, pero quería enfrentarme a ella porque si mi conclusión era: “Rebeca, jamás serás capaz de verlo vestido de mujer” hubiera roto la relación (aunque siempre me tendría a su lado como un apoyo), de esa manera no le hubiera creado falsas esperanzas, no le hubiera hecho perder el tiempo conmigo y yo hubiera encontrado otro camino.

Pienso que quizás, aunque no lo sé con seguridad, podría acostumbrarme a verlo vestido de mujer, a verlo comportándose como una mujer pero había otra cosa que me rondaba ¿quiere ser una mujer 100%? ¿querrá hacerse el cambio de sexo? ¿Quién mejor para contestar éstas preguntas que él mismo? Así que no dude en preguntárselo, aunque la reacción que obtuve me sorprendió bastante, al hacerle la pregunta se puso a la defensiva y se sintió, de nuevo, muy molesto por la cuestión.

A fecha de hoy sé que no quiero compartir mi cama con una mujer, que podría aceptar que durante todo el día fuera “ella” pero en los momentos de intimidad necesito que sea “él”. Su respuesta fue muy rotunda “No quiero ser una mujer con polla”

Una relación, unos sentimientos no se basan sólo en el sexo; si te enamoras, si quieres a alguien es a la persona… a la persona en su conjunto, por como piensa, por como actúa, por su comportamiento contigo, por sus detalles… pero, no nos engañemos, una relación sin sexo no es una relación completa.

Me gusta informarme de las cosas, así que en esta cuestión no iba a ser menos, mientras buscaba información me encontré con algo que desconocía la “orquiectomía”… me gustaría comentárselo pero sé que si lo hago conseguiré ponerlo a la defensiva, otra vez, e incluso que se vuelva a enfadar.

jueves, 11 de junio de 2009

Mi Papel

Hay tantas cosas que quiero volcar, tantas dudas que me asaltan, tantos sentimientos encontrados que no sé si seré capaz de poner un cierto orden a mis ideas.

Creo que, en estos momentos, lo mejor será situar en que estado anímico me encuentro.

Estas confesiones se han desarrollado en menos de un mes. En menos de un mes he pasado de tener, a mi lado, un hombre especial a tener a una futura mujer.

Lógicamente, todo esto ha producido en mi cabeza ciertos sentimientos encontrados, ciertas dudas, ciertas preguntas. He analizado muchas cosas, muchos comportamientos, muchas conversaciones. He intentado asumir, entender, ayudar… me he sentido al borde de la depresión más profunda.

La gente me ve como una mujer fuerte y segura… nada más lejos de la realidad, en mi interior soy muy frágil e insegura. Quizás se vea esa imagen de mí porque, de primeras, no me entrego a la gente, la voy observando, voy viendo sus actos y conforme voy cogiendo confianza y me dan seguridad me entrego completamente, en ese momento, cuando me siento en un entorno seguro, es cuando permito que vean mis debilidades y mis temores.

He pasado unos días aterrorizada; en la soledad de mi habitación he llorado mucho intentando comprender el porque estaba pasando esto, he llorado mucho intentando encontrar posibles soluciones. Me ha costado mucho dormir, por las noches, porque el llanto se apoderaba de mí.

La gente que me conoce sabe que soy excesivamente expresiva (en algunas ocasiones para mi desgracia), con sólo mirarme a los ojos pueden saber cual es mi estado de ánimo. Todas las mañanas al mirarme al espejo, antes de ir a trabajar, veía la tristeza reflejada en mi mirada, el llanto a punto de aparecer… acudía al trabajo aterrorizada porque sabía que si alguien me preguntaba que me pasaba no iba a poder reprimir las lágrimas. Curiosamente nadie de mi entorno, más cercano, me ha hecho la temida pregunta, sólo ha habido una persona (a la que sólo he visto dos veces) que me dijo el sábado, en medio de una cena, “¿Qué te pasa que tienes los ojos brillantes?”. En ese momento noté un nudo en la garganta, noté como las lágrimas querían salir pero sabía que no debía permitir que eso sucediera (no estaba en mi ciudad, nos encontrabamos cenando con sus amigos, que no saben nada, y se celebraban varios cumpleaños)

Ya he comentado que me he sentido al borde de la depresión, que he sentido como toda esta situación se estaba apoderando de mí, de mi vida, de mis acciones, de mis sentimientos, de mi alegría… me he repetido, en muchas ocasiones, que NO me lo podía permitir a mi misma, que tenía que luchar contra ello pero… ¿Cómo? No encontraba donde agarrarme para poder salir a flote.

El otro día al terminar una de las conversaciones que hemos tenido durantes estos días sobre este tema, al colgar el teléfono, sentí una gran tranquilidad, una gran paz interior, fue como si alguien hubiera encendido la luz y pudiera ver con completa claridad todo. No sé que parte de la conversación (si fue algo que el me dijo o algo que me oí decir a mi misma) provocó esta sensación sólo sé que, en ese momento, me dí cuenta de cual era mi papel en todo este tema, me dí cuenta de la actitud que debía adoptar, las lágrimas cesaron (aunque reconozco que en algún momento puntual me sigue saltando alguna, pero eso sólo significa que tengo sentimientos) y pude descansar por primera vez en todos estos días.

Hasta ese momento yo había intentado formar parte de la historia, había intentado ayudar, sugerir, había intentado que él comprendiera como me estaba sintiendo yo y el porque… lo que en más de un momento provocó reacciones de ira, por su parte, que aún me producían más confusión.

En ese preciso momento, cuando colgue el teléfono, me dí cuenta de que yo no formaba parte de ese proceso, que yo no tenía ningún problema, que mis ideas están muy claras y que no debía empeñarme en llevar esa carga sobre mis hombros. Me dí cuenta de que el papel que me tocaba interpretar, en esta historia, era el de observadora… no puedo hacer otra cosa más que observar lo que va sucediendo e ir tomando decisiones o irme adaptando a la situación, según considere oportuno en cada momento.

La tranquilidad ha vuelto a mi vida, aunque en algunos momentos no pueda evitar el llanto, pero sé que no debo nadar contra corriente, sé que debo reservar fuerzas para el momento en que las pueda necesitar.

miércoles, 10 de junio de 2009

El Comienzo

Nos conocimos de una manera casual pero, desde un primer momento, surgió una comunicación fluida entre ambos. No tardamos mucho tiempo en intercambiarnos los mails y nuestros teléfonos. Hablábamos habitualmente, largas conversaciones que, en ocasiones, resultaban caóticas.

Enseguida empezamos a hacernos confidencias, confidencias muy personales y que, en algunos casos, no sabía nadie más o que muy poquita gente conocía.

Su, por entonces, pareja sentía unos celos enormes hacia mi (según me comentaba él), ella revisó mi blog (si, porque tengo otro blog… un blog que he dado a conocer) buscando, interpretando, analizando… supongo que queriendo justificar esos celos infundados.

Cuando yo comentaba en el blog de él medía mucho mis palabras, para que ella no pudiera pensar que pasaba algo que no pasaba realmente.

Con la primera ruptura, que yo les conocí, él me empezó a contar cosas mucho más personales. Me confesó que había tenido una relación gay porque quería sentir como se siente una mujer. Que en su cabeza le rondaba la idea de ser una mujer y que quería ir a un especialista que le explicará lo que le estaba pasando.

En poco tiempo, volvieron a estar juntos, la pareja se volvió a unir… no recuerdo cuanto duró, sólo recuerdo que un día me escribió un mail en el que me decía que le había dicho a su pareja que se sentía mujer y que quería ser mujer… así que la ruptura volvió.

Un día surgió la posibilidad de comer juntos y conocernos. Por mi cabeza rondaba lo inconsciente que había sido en quedar así y mi temor a averiguar que venía con otras intenciones distintas a las de sólo conocernos, comer y echar unas risas. En los primeros momentos fui esquiva con la mirada (ya que tiendo a mirar directamente a los ojos y, en ocasiones, se ha malinterpretado la intención de mi mirada) pero conforme fue pasando el rato, y me dí cuenta de que la intención de esa comida era realmente la que habíamos dicho, me relaje y me empecé a comportar como soy.

Estuvimos todo el día juntos, comimos, nos fuimos de cañas, cenamos… y el tiempo se paso en un suspiro.

Yo analice su comportamiento, para mí no había duda de que había compartido ese día con un tío.

Al poco tiempo ya me dijo que estaba convencido, que se iba a poner en manos de especialistas que le confirmaran si era una transexual o sí simplemente, lo suyo era vicio.

En la red eliminó todo su rastro masculino y se creo una nueva imagen como mujer, en la que volcar como se sentía.

Durante un tiempo perdimos el contacto, dejo de actualizar ese nuevo blog, no nos llamábamos (aunque yo le tenía en la cabeza muchas veces)

Un día, por sorpresa, recibí una llamada suya… estuvimos hablando como si nos acabáramos de despedir hacía media hora… la comunicación, realmente, no se había cortado.

Teníamos ganas de volvernos a ver, de ponernos al día y yo tenía ganas de que me contara como le iba siendo “ella”.

Me invitó un día a comer con unos amigos suyos, que desconocían por lo que estaba pasando. Así que yo, ni corta ni perezosa, me pille los bártulos y me fue para allí, aún sabiendo que, en su casa, sólo había una cama pero yo estaba relajada…. dormiría con una amiga (como he hecho otras veces)

Comimos y luego nos retiramos, a su casa, para descansar un rato, antes de salir por la noche, y poder hablar más íntimamente. Nos liamos a hablar, a echar tragos, pasamos de salir, para seguir hablando y echando tragos hasta que casi se hizo de día y fuimos a dormir.

Ya en la cama, seguimos hablando y riéndonos hasta que él me beso. Todas mis alarmas saltaron, lo paré, le dije que no siguiera que eso era producto del alcohol y que al día siguiente nos arrepentiríamos de ello.

A la mañana siguiente, él volvió a insistir… me decía que estaba seguro, que no era producto del alcohol, que realmente le apetecía y lo quería y… si… hicimos el amor.

Durante el camino de regreso no pude evitar el pensar si yo, con mi comportamiento, le había provocado, de si hice alguna cosa que no debería haber hecho, que esos sentimientos que tenía hacia él (y que había eliminado de mi cabeza hacía tiempo) no podían, no debían, surgir de nuevo.

Los siguientes días le dí un montón de vueltas a la cabeza, no podía dejarme arrastrar hacia esa persona que tenía dudas de si se quería convertir en mujer… me escribió un mail precioso, se volvió a comunicar conmigo con su identidad de hombre… y una gran confusión surgió en mi cabeza… intenté eliminar esta confusión en los brazos de otro pero… no fui capaz de materializarlo.

Unas semanas después vino a mi casa, como devolución de su invitación, mi intención era guardar las distancias, ya lo tenía todo planeado: él dormiría en mi cama y yo en otra. Comimos fuera y ya llegamos tarde a casa… allí es cuando me pidió un abrazo y todo se desató. A pesar de ello, yo, tenía todas mis defensas en alto, él tenía que pasar por la consulta de la psiquiatra hasta que le dijeran si debía comenzar con la hormonación o si sólo necesitaba terapia.

Cuando salió de esa consulta estuvimos hablando. Él estaba eufórico, le habían dicho que era un tío, bisexual pero tío, y que tenía mucha suerte de ser así. Me pidió que cambiara el nombre con el que tenía su teléfono (ya que, hasta ese momento, lo tenía con el nombre de la mujer que quería ser). Se abrió otro blog con su identidad masculina, comenzó a hacer planes de futuro, convivimos durante varios días… todo estupendo y maravillo y, así, fui bajando, poco a poco, mis defensas hasta llegar a eliminar, por completo, de mi cabeza que le había rondado la idea de ser mujer.

Al poco tiempo consiguió trabajo en otra ciudad. Ese día sentí, por mis adentros, que estaba viviendo el principio del fin… que ese trabajo nos iba a separar, no sabía el porque pero lo sentía así.

Al principio fue todo bien, parecía que mis miedos eran infundados, nos veíamos cuando podíamos y hablábamos a diario.

Hasta que un día, durante una de esas conversaciones, me dijo que todo había vuelto a empezar, que volvía a sentir la necesidad de ser mujer, que tenía envidia de las mujeres… para mí fue como un jarro de agua helada por la cabeza.

Una especialista le había dicho que él no era así y que si tenía dudas que acudiera a terapia.

Poco tiempo después, me confesó que le había mentido a la psiquiatra para que le diera ese diagnóstico… un segundo jarro de agua helada me caía por encima.

A los pocos días me dijo que si yo tenía claro que él iba a llegar hasta el final… un nuevo jarro de agua fría… pero lo interpreté como un futuro más bien lejano… como algo que llegaría a pasar con el tiempo… que tendría tiempo para irme adaptando, poco a poco, al cambio.

Dos días más tarde, o, lo que es lo mismo, este lunes, me comunicó que iba a empezar todo el proceso en el mes de septiembre… aquí es cuando mi castillo de naipes se derrumbó por completo… cuando me ví cayendo al vacío en ésta maraña de sentimientos… y este fue el punto de partida de este blog.

martes, 9 de junio de 2009

Inauguración

Hoy nace este nuevo blog, no sé cuanto tiempo durará ni, tan siquiera, sé si conseguiré lo que busco pero por intentarlo que no quede.

Como bien dice su título, va a ser una herramienta para Exteriorizar todo eso que siento, y que no le puedo comentar a nadie, para ver si, así, consigo Interiorizar todos los sentimientos y emociones que recorren todo mi cuerpo.

Sé que cada palabra, cada línea, cada párrafo, cada post me van a costar muchas lágrimas y sufrimiento pero es absolutamente necesario pasar por ello para conseguir mi objetivo… ya que la otra opción que me queda es ir a un psiquiatra y que me empastille hasta las cejas (y para eso siempre hay tiempo)

Hace tiempo aprendí que para poder hacer frente a ciertos acontecimientos, de tu vida, es necesario comentarlo con terceras personas, con gente que te aprecia y puede tener un punto de vista objetivo por el asunto, pero… ¿Cómo le comentas a alguien que tu pareja se siente mujer y quiere comenzar la transformación? Mi pudor no es el motivo de no poderlo comentar si no el respeto hacia él. Él quiere llevar las cosas de una manera y yo debo respetar su decisión.

Intentaré ir analizando todo lo sucedido o simplemente exponerlo… según sienta la necesidad. Estoy convencida de que sólo con forzarme a volcar en palabras todo eso que siento por dentro va a ser una terapia que me va a ayudar

No sé si alguien llegará a leer, alguna vez, este blog, ya que en esta ocasión no me voy a dar a conocer (por ser todo demasiado íntimo), pero espero que sólo con estar aquí haga su función.

Ahora ya sólo me queda respirar hondo y prepararme para hacer el viaje en esta montaña rusa de las emociones.